En un mundo donde los recursos naturales son finitos y los desafíos ambientales cada vez son mayores, la economía circular puede convertirse en una poderosa solución para sustituir los modelos económicos tradicionales.

Se trata de un modelo que busca modificar los patrones de producción y consumo actuales y sustituirlos por otros orientados a garantizar la sostenibilidad, con una filosofía centrada en minimizar la generación de desperdicios, maximizar el uso de recursos y reducir la huella ambiental.

Este modelo, que aborda directamente prácticas y acciones para salvaguardar la naturaleza, fomenta también la protección y mejora de la biodiversidad. Así lo afirma el informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), que enfatiza que, con una economía circular sólida, podemos convertirnos en impulsores para reducir la pérdida de la biodiversidad, que ya es una “crisis planetaria”, según la ONU.

La alternativa pasaría por potenciar este modelo, que tiene las claves necesarias para reducir el impacto de nuestro sistema de producción y consumo. Pero ¿cuáles son los puntos claves?

• La reducción de la demanda de recursos primarios y la implementación de las prácticas de reciclaje y reutilización de materiales, así como la extensión de la vida útil de los productos.
• La disminución de la contaminación con la reducción de emisiones y la incorporación de nuevos métodos para eliminar de manera gradual las sustancias nocivas para la salud del medioambiente.
• La mejora de las prácticas ambientales para generar un impacto positivo a través de la producción regenerativa, en la que se persiga una producción y consumo resiliente y responsable, y la regeneración de hábitats naturales.

Para proteger la biodiversidad es necesario que legisladores, empresas y ciudadanos nos encaminemos en este enfoque, para poder tejer soluciones que aborden los desafíos ambientales actuales, protejan y mejoren la biodiversidad, y asienten las bases para un futuro sostenible y próspero.