El Mediterráneo, por su diversidad y riqueza geográfica, emerge como un escenario vital para catalizar la economía de impacto y enfrentar los desafíos del cambio climático. En este contexto, la colaboración activa de organizaciones, instituciones y administraciones públicas resulta crucial, ya que estos actores desempeñan un papel clave en liderar la transición hacia prácticas sostenibles que preserven los recursos naturales de esta región.
La adopción de soluciones sostenibles, arraigadas en la economía verde o ecológica, se configura como el camino a seguir para proteger el capital natural y promover el bienestar social. Este enfoque implica no solo una transformación en el desarrollo económico, sino también un equilibrio con todos los aspectos que atañen a las comunidades. Para lograrlo, debe impulsarse la implementación de tecnologías innovadoras y limpias, así como la integración de prácticas sostenibles que contribuyan a revertir y mejorar la situación del Mediterráneo. El paradigma reside en fusionar el progreso económico con la preservación de los recursos naturales, considerando la naturaleza como un activo necesario en el que centrar las inversiones.
La economía verde, denominada a veces azul en el contexto mediterráneo, está ganando terreno en numerosos países, donde se promueven iniciativas destinadas a la gestión forestal sostenible, la agricultura sostenible y la regeneración de la biodiversidad, entre otras acciones. Sin embargo, a pesar de estos avances, es esencial continuar impulsando esta vía de desarrollo, que debe contar con el compromiso de actores públicos, privados y sociedad civil.
Si estás interesado en ampliar la información, puedes consultar el artículo ‘Una economía verde para un Mediterráneo sostenible’ de Jérémie Fosse: https://www.iemed.org/wp-content/uploads/2021/10/Una-economia-verde-para-un-Mediterraneo-sostenible.pdf